La Malinche y yo

Este fin de semana vencí mis miedos, rete a mis límites y llegué a la cumbre.

-Kalimán, el hombre increíble lo advirtió:

“No hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”.

Queridos lectores me es grato informarles que este año si lo hemos empezado con el pie derecho, con ambos pies a decir verdad; los propósitos de año nuevo, van cambiando y modificándose conforme avanza el tiempo.

Este fin de semana tomé la decisión de retar a mi cuerpo y mente para lograr llegar a la cumbre de la imponente “Malinche”; les mentiría si le digo que fue una experiencia agradable, porque subir hasta la cumbre es una constante pelea con uno mismo, con el “no puedo”, “no aguanto” y el “ya no quiero” además de la respiración cesante que en muchos momentos me impidió seguir el ritmo, de los más fuertes.

Permítanme relatarles esta odisea

Fue el sábado a las 4:00 pm que nos reunimos en el Toks de plaza Loreto, con el mejor grupo para hacer montañismo Vertical; de ahí partimos al estado de Tlaxcala, al cual llegamos en aproximadamente, una hora u hora y media, yo iba acompañada de mi mejora amiga, cabe mencionar que en estas aventuras siempre es importante ir bien acompañada.

Llegamos a la zona donde pusimos el campamento, todos acomodaron sus tiendas de campaña y el guía, al que todos llámanos “Beto” pidió que al terminar de instalarnos, nos reuniéramos en el centro del campamento, donde nos dio la instrucción de formar grupos para buscar la leña para la fogata, además dio instrucciones de quienes eran los líderes de los grupos, a los que debíamos seguir y hacer caso, pero como buenos mexicanos, hicimos lo que quisimos.

Al regresar con la leña, que en realidad sólo eran una varas secas, Beto nos dijo que lo importante de esa actividad era el escuchar a nuestros líderes o guías y aprender a seguir instrucciones.

Continuando con la actividad, nos enseñó a prender la fogata de una manera muy sencilla, hicimos café, tomamos y nos presentamos; Nombre, lugar del que venimos, ¿quién nos invitó? y ¿cuál era el objeto de estar ahí?, esa actividad fue muy enriquecedora, conocí a nuevas personas.

Por último este primer día Beto nos preguntó si queríamos subir la cumbre muy temprano para ver el amanecer, todos respondimos que “si”, fue entonces que nos dijo que debíamos partir a las 2:00 am para llegar a la cumbre a las 7:00 am y contemplar el amanecer, así que todos nos fuimos a medio dormir.

Se dieron las 2:00 de la mañana y con un frío intenso, al cual por ser de la Mixteca no estoy acostumbrada (sé me congelaban las rodillas) empezamos a subir fuimos 36 personas; íbamos formados en dos filas, algunos bien equipados y otros más como yo; con lo que pudimos adquirir, pero con el acompañamiento de otros guías además de Beto.

Continuando con en ascenso y pasada una hora, las piernas ya me pesaban, sentía calor y estaba sudando, Beto hizo una parada; indicando que debíamos descubrirnos los que ya tuviéramos calor o estuviéramos sudando para evitar deshidratarnos e ir más libres.

Habían pasado dos horas desde que salimos del campamento y yo en serio; ya no aguantaba, le comenté a Kristal una joven, extremadamente fuerte y con una condición increíble, a sus 15 años; ella ya es guía, le dije ya no aguanto, me dieron la indicación de que me sentara y esperara a uno de los guías que acompañaría a los que iríamos más lento, ahí me separé de mi mejor amiga Maricarmen.

Me senté a esperar, mi cabeza parecía que se hacía más grande, traté de calmarme y respirar como ellos me habían indicado; después de unos minutos llegó Rodo y Carlos, Rodo es uno de los guías del grupo y Carlos era como yo, la primera vez que subía la Malinche.

Continué mi trayecto con estas dos agradables compañías y para hacer más ameno el trayecto, Rodo empezó a platicarme cómo fue que inicio en este deporte y cómo ahora es uno de los guías, además de darnos ánimo para no rendirnos, diciendo que los límites están en la mente, pues ha habido personas desde los 7 años hasta más de 70 que han hecho cumbre.

Íbamos a un paso muy lento, mi compañero Carlos llevaba unos zapatos que le dificultaban mucho el acenso pues su suela era muy lisa; desde donde íbamos podíamos ver Tlaxcala y las luces de la ciudad pues aún estaba oscuro, como avanzábamos se podía apreciar que empezaba aclarar, llegamos a un lugar llamado “el arbolito” ahí se quedó Carlos debido a que su zapatos representaban un peligro para la parte más difícil y no podían arriesgarlo, fue ahí cuando me preguntó Rodo si deseaba continuar o hasta ahí llegaría.

Esta es una de la decisiones más importantes que he tomado en este 2023, aunque usted no lo crea pensé en ya no continuar; juré que no llegaría así que ¿por qué intentarlo?, bueno pues hubo alguien en mi cabeza, no literalmente, pero si estuvo ahí la voz de mi hermana Sara, que siempre me ha dicho “eres capaz de hacer muchas cosas y siempre las haces bien, lo logras, necesitas confiar y crees más en ti”, entonces dije: ya estoy aquí, voy a subir así llegué arrastrándome, exageré un poco y decidí continuar.

Fue a las 7:17 cuando el sol decidió asomarse, como era de esperarse no había llegado a cumbre, pero eso no me impidió contemplar tan bello momento, a esta hora yo estaba subiendo por el arenal, con la guía y el apoyo de Rodo.

Seguía subiendo y subiendo; ahí me cuestioné si fue una buena decisión continuar y si debí seguir él consejo de mi hermana o simplemente darme por vencida; llegamos a un lugar donde nos esperaba otro compañero de aventura “Don Pepe” un señor de 60 años que continuaría con nosotros hasta la cumbre.

Subimos por un camino lleno de piedras, íbamos escalando y a decir verdad, daba miedo, pero logramos superarlo y continuamos subiendo; durante el camino nos topábamos con otras personas, que nos animaban a continuar con frases como: “ya estás cerca” “¡ánimo! si lo logras” “la vista desde la cumbre lo vale todo” y desde luego el típico “ya estás a nada de llegar” que dicen los guías para que no te rindas.

Aunque debo admitir que sí, ya estaba a nada de llegar; hubo momentos en los que ya no quería seguir, estaba cansada y un tanto desesperada, pues cuando yo iba subiendo, había compañeros con los que empecé a subir que ya iban en descenso, además Beto bajo en menos de 30 minutos para subir a otro grupo.

Llegué a cumbre a las 10:30 de la mañana, fueron ocho horas de camino constante con algunos descansos, la vista realmente vale todo el camino, el cansancio, el frío; llegar a la cumbre te da una satisfacción contigo, por lograr lo que creías imposible, por no rendirte. Aunque no llegué a la cumbre para ver el amanecer, la vista siguió siendo hermosa.

En la cumbre me encontré con una persona que hace Skyrace, en decir sube corriendo la montaña y de igual manera baja, eso es increíble, se hizo 1 hora con 40 minutos en llegar a la cumbre, algo que ni soñando haría en este momento, pero nunca, digas nunca.

Les relataría cómo fue mi descenso, pero de ello solo puedo decir que mis rodillas se llevaron la peor parte, soportando mi peso, el de mi mochila y tratando de ser fuertes para que yo, lograra regresar al campamento.

Considero que hicieron falta muchas cosas por relatar, pero la idea sigue siendo la misma, aprender a manejar tu mente, y se que esto ya está muy chafa, pero es cierto los límites los pones tú.

Kalimán, el hombre increíble lo advirtió:

“No hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”.


 

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