Izúcar de Matamoros, Puebla. La tarde del 2 de junio parecía avanzar sin sobresaltos en la colonia Cristo Rey, ubicada en la Junta Auxiliar de La Galarza. Sin embargo, entre las 8 y las 9 de la noche, el cielo se oscureció y comenzó a caer una intensa lluvia que rápidamente se transformó en una tromba devastadora.
Las calles, incapaces de drenar la acumulación de agua, se convirtieron en canales que arrastraban lodo, piedras y temor. La fuerza del agua atrapó a varias personas en sus viviendas, particularmente en zonas más vulnerables cercanas al cauce del río.
Fue a las 10:00 de la noche cuando se activaron los servicios de emergencia. Elementos de Protección Civil, Bomberos y Seguridad Pública de Izúcar de Matamoros comenzaron las labores de rescate. Entre el agua y la oscuridad, sacaban a vecinos que, sin más opción, aguardaban en lo alto de sus casas.
El presidente municipal Eliseo Morales Rosales llegó al lugar y permaneció con los afectados durante la noche, encabezando la activación de los protocolos de emergencia. Su presencia fue clave para coordinar la respuesta inmediata ante la contingencia.
La mañana del 3 de junio comenzó con la evaluación de daños. Brigadas municipales se desplegaron por la zona afectada, iniciando la limpieza de viviendas y calles, mientras que la Jurisdicción Sanitaria número 7 atendía temas de salud pública.
El Ayuntamiento de Izúcar habilitó un refugio temporal y un comedor comunitario para apoyar a las familias damnificadas. En medio del desastre, la comunidad se organizó: vecinos colaboraron en las labores de limpieza, voluntarios llegaron con víveres, y en Casa Colorada comenzó la recolección de ayuda.
El 4 de junio, el gobernador del estado, Alejandro Armenta Mier arribó a La Galarza a las 5:00 de la tarde. Recorrió las viviendas más afectadas, escuchó a los damnificados y supervisó las acciones de apoyo. En ese mismo día, se entregaron despensas, agua potable y kits de limpieza a las familias que lo habían perdido todo.
Una propuesta surgió de los propios pobladores, en coordinación con autoridades: para evitar futuras tragedias, se planteó el reordenamiento de viviendas cercanas al río, pidiendo que cada vecino retroceda dos metros para permitir el libre cauce del agua.
La emergencia aún no termina. Las brigadas continúan con las labores de limpieza, evaluación estructural y entrega de apoyos. Aunque el agua ya se ha retirado, los estragos permanecen visibles en las casas, las calles y las memorias de quienes lo vivieron.
La tromba dejó claro que el clima no avisa, pero también que la respuesta solidaria de una comunidad unida, con respaldo institucional, puede marcar la diferencia.
COMENTARIOS