Un joven fue alcanzado por una bala perdida justo después de bajar del transporte público en l comunidad de Apango en el municipio de Acabete. El ataque no fue producto de un enfrentamiento ni de un asalto: la herida fue causada por una bala perdida que le cayó, realizado por disparo al aire de un grupo de hombres aparentemente ebrios, quienes se desplazaban en una camioneta y portaban armas de grueso calibre.
La víctima, identificada como Daniel N., acababa de descender de una combi en el centro de la comunidad cuando fue impactado en la pierna por un proyectil. Según testigos, los agresores comenzaron a disparar desde una camioneta en movimiento, sin motivo aparente, sembrando el pánico entre los presentes.
Vecinos aseguran que los responsables estaban bajo los efectos del alcohol y disparaban al aire con un arma larga tipo AR-15. Casquillos de calibre .223, característicos de ese tipo de rifles de asalto, fueron encontrados en la zona del incidente. Uno de estos proyectiles terminó por lesionar al joven, quien cayó al suelo en medio de gritos de auxilio.
Lo que siguió aumentó aún más la indignación de los habitantes: la ambulancia solicitada por los testigos tardó más de 30 minutos en arribar al lugar. Durante ese tiempo, el joven permaneció en el suelo, siendo auxiliado por vecinos, quienes intentaron controlar la hemorragia mientras crecía el temor por su vida.
"Fue desesperante. Llamamos y llamamos, y no llegaban. ¿Qué hubiera pasado si el disparo le da en el pecho o en la cabeza?", relató una testigo que prefirió mantenerse en el anonimato.
Cuando finalmente llegaron los paramédicos, trasladaron a Daniel a un hospital de la región. Su estado de salud se mantiene estable, pero continúa bajo observación médica.
Hasta el momento, no hay detenidos. Las autoridades municipales tomaron conocimiento del hecho, pero no lograron ubicar la camioneta en la que huyeron los responsables. La Fiscalía General del Estado ya inició una carpeta de investigación, aunque aún no se cuenta con mayores datos sobre los agresores.
El caso de Daniel no solo evidencia el peligro que representa el uso irresponsable de armas de fuego, sino también la fragilidad del sistema de atención de emergencias en muchas zonas del estado. La ciudadanía demanda respuestas, justicia y, sobre todo, prevención.
Este hecho, lamentablemente, no es un caso aislado. Es un llamado urgente para revisar las estrategias de seguridad en comunidades como Apango, donde la violencia aleatoria comienza a convertirse en rutina.
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